La viruela de mono y sus ampollas de desinformación

La viruela de mono tiene una cualidad que la hace particularmente atractiva para la prensa sensacionalista: cada fotografía de los pacientes y sus ampollas que circula en redes sociales es más desagradable que la anterior.

El miedo al contagio va más allá de la letalidad de la enfermedad y su tasa de contagio; se eleva por el pavor a verse como los pacientes de las fotos. Además, si la covid-19 pudo hacer tanto daño ¿qué no hará esta enfermedad que, además del peligro que pueda revertir o la falta de tratamiento específico, tiene unos síntomas tan repulsivos?

Todo esto deja la mesa servida para la desinformación y desde que se conoció el primer caso en Europa el pasado 7 de mayo, son muchos los rumores, imprecisiones, exageraciones y mentiras que han circulado por redes sociales y en medios de comunicación que buscan crear pánico, generar tráfico y difundir estrafalarias teorías conspiratorias que no resisten una búsqueda en Google para desmontarlas. Pero como ocurre con las pústulas del virus, una vez abiertas, aumenta el riesgo de propagación.

Ni nueva ni vinculada con la COVID-19

La viruela símica no es una enfermedad nueva ni fue creada en un laboratorio. Se trata de un virus que se transmite de los animales al hombre y que tiene ya muchos años que se conoce su existencia.

Se descubrió primero en un par de brotes que hubo en un laboratorio en Dinamarca en 1958. Lo encontraron en macacos que se utilizaban para experimentación, pero realmente es una enfermedad de roedores, que se transmitió tanto a los monos como a los seres humanos por ser sus predadores accidentales.

Por otro lado, no existe nada que la vincule con la covid-19. Nada. El material genético del SARS-Cov-2 está hecho de ARN y el de esta viruela es de ADN, así que no existe posibilidad que se recombinen para causar una “superenfermedad” como ha circulado en cadenas de WhatsApp. Y mucho menos tiene su origen en el adenovirus que se usó para la vacuna de AstraZeneca, como otros rumores quieren hacer creer. Aunque provenía de chimpancés, para la elaboración de su vacuna, el laboratorio utilizó una familia de virus totalmente diferente.

El riesgo es para todos

La viruela de mono se caracteriza por un dolor corporal; después aparece la cefalea, inflamación de los ganglios y, finalmente, fiebre. Dos o tres días más adelante ya aparecen las lesiones exantemáticas clásicas de la viruela. Estas ampollas son más grandes que un simple sarpullido y se caracterizan porque contienen pus.

La forma más fácil de contagiarse es entrar en contacto con el contenido de las pústulas cuando se revientan y la gravedad de la enfermedad va a ser mayor en personas con diabetes, hipertensión, obesidad y problemas inmunológicos.

Todos tenemos un riesgo similar de enfermarnos y si bien circulan algunas informaciones que destacan una mayor incidencia en la comunidad LGBTIQ+, la Organización Mundial de la Salud ha dicho que “el motivo puede deberse a que este grupo demográfico despliega un comportamiento positivo de búsqueda de atención de salud” y en todo caso “es inaceptable estigmatizar a las personas a causa de una enfermedad. Es probable que eso empeore las cosas y nos impida poner fin a este brote lo más rápido posible”.

Por los momentos, distanciarse de personas que puedan ser portadoras del virus sigue siendo la forma más sencilla de evitar el contagio, porque se requiere mucho más la cercanía y la intimidad para que se transmita.  La tasa global de ataque secundario después de un contacto con una fuente humana documentada es del 3 % y se han informado tasas de ataque del 50 % en personas que viven con un paciente infectado por viruela del mono.

Pero esa tasa de transmisión que los expertos consideran ineficaz no afecta a los bulos cuya transmisión sigue siendo alta, incluso en países como Venezuela, donde apenas se ha registrado un caso oficial, pero los fake news ya fueron adaptados al contexto local y han señalado la existencia de supuestos casos en el Hospital Pastor Oropeza de Barquisimeto, lo cual ha sido desmentido por las autoridades.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha asegurado que el brote de viruela del mono no debe considerarse como una emergencia sanitaria internacional, como ocurre en el caso de la covid-19, pero a pesar de que son muchas las exageraciones, no hay que descuidarse con la enfermedad que se ha esparcido por 47 países con más de 3000 casos confirmados. Solo en Europa se han detectado más de 2.000 casos en 28 países del continente y las cadenas de contagio siguen sin ser controladas en Londres, Madrid y Lisboa, las tres capitales que primero fueron golpeadas.

La desinformación ha magnificado la incidencia de una enfermedad, que mantiene a los sistemas de salud prevenidos, pero no debe causar pánico en la población. La prevención sigue siendo la mejor recomendación: la reducción del contacto con cualquier persona sospechosa de tener la enfermedad es por ahora lo mejor que pueden hacer las personas para evitar la propagación del virus. Y reducir la exposición a fuentes no confirmadas de información también evitará que se esparza la desinformación.

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