El ocaso de la prensa escrita y las televisoras regionales es notorio en la región más poblada de Venezuela. Hasta ocho canales y seis periódicos han dejado de informar y entretener a la población local en los últimos ocho años. Los cortes eléctricos dificultan las ediciones de quienes prevalecen en Web y redes sociales.
La libertad de expresión, prensa e información en el estado occidental de Zulia es una carretera que hasta hace pocos años estuvo muy bien pavimentada, reluciente y llena de buenos augurios, pero que se transfiguró rápidamente en una vía derruida, bombardeada por presiones, censura, cierres, la crisis económica y, últimamente, múltiples apagones.
Zulia, valorada como la región más poblada de Venezuela, al menos antes de la ola migratoria de la última década, se preciaba de ser el estado con mayor número de canales televisivos y medios impresos del país suramericano.
Decenas de periodistas utilizaban esas plataformas para, compitiendo, informar de la manera más completa sobre lo que ocurría en Venezuela y más allá de sus fronteras, fuese en Irak o en el Palacio de Miraflores, o bien en los cabildos del poder, las avenidas o las plazas de municipios fronterizos, como Machiques.
Aquel diagnóstico de pluralidad para la libertad, la prensa y la democracia mutó a un desplome tan notorio que puede medirse en cuentas matemáticas: ocho televisoras locales han cerrado en los últimos ocho años, mientras que ninguno de los seis diarios que se imprimían circula ya en sus versiones impresas.
Esa erosión informativa ocurrió con particular acento desde 2017. Diarios como La Verdad, El Regional del Zulia, Qué Pasa, Mi Diario y Panorama no pudieron continuar sus operaciones regulares debido al manejo del monopolio de la importación y distribución de papel periódico en toda Venezuela, sesgado a favor de líneas editoriales favorables al gobierno nacional y al chavismo en general, según el especialista en ética y legislación de medios, Jesús Urbina, así como por la aguda crisis económica y los perennes racionamientos eléctricos.
Esa realidad, si bien más palpable en Zulia por ser la región más poblada, es una fotografía del statu quo informativo de Venezuela. Según el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS), 68 periódicos dejaron de circular desde 2013 en todo el país.
Una de sus investigaciones, titulada Atlas del silencio: los desiertos de noticias en Venezuela, determinó que hasta 14 millones de venezolanos viven en zonas en las cuales no hay suficiente información local.
Ese reporte de IPYS concluyó que la cobertura mediática por parte de emisoras de radio, televisoras, periódicos y portales digitales de hechos de interés público es limitada o no existe en más de 200 de los 335 municipios del país.
La oenegé Espacio Público, especialista en derechos de prensa y expresión, indica que solo en 2018 cerraron 40 periódicos y otros 13 redujeron sus ediciones o eliminaron secciones. Asimismo, esa organización precisó en uno de sus informes que 10 de los 23 estados de Venezuela no cuentan con prensa alguna en circulación.
De acuerdo con registros de Espacio Público, hasta hace dos años, la población venezolana solo tenía a mano 15% del “volumen de superficie impresa” de los 105 periódicos existentes en el primer año de gobierno de Nicolás Maduro.
Ocaso de la prensa escrita
Ni siquiera un emblema de la prensa zuliana como Panorama, con 104 años de historia, pudo resistir la crítica escasez de papel periódico en la región. El martes 14 de mayo de 2019, circuló de forma impresa por última vez. Hoy, solo publica informaciones en sus redes sociales y ni siquiera en su icónico sitio web.
Voceros del periódico explicaron hace tres años que “estiraron” como pudieron sus depósitos de papel, eliminando páginas, secciones y hasta cuerpos enteros. “El temido día llegó”, indicó a Espacio Público entonces su directora, María Inés Delgado. El complejo editorial del Estado venezolano Alfredo Maneiro ha sido clave en el ocaso de diarios como Panorama, advierte Espacio Público.
Su monopolio de la materia prima de decenas de periódicos se sumó a la crisis económica, la escasez de dinero en efectivo por los lectores venezolanos y las fallas constantes de los servicios públicos para hacer colapsar a la prensa escrita.
La Verdad, cuya primera edición circuló el 19 de abril de 1998, fue otro diario zuliano de gran lectoría que dejó de hallarse en el mercado en su versión nativa, a partir de 2018. Los inconvenientes para hallar papel periódico fueron determinantes. Fue uno de los primeros medios impresos en tener presencia digital, no solo de Zulia, sino de Venezuela. Aún permanecen en esa modalidad.
Reyna Carreño, su jefa de redacción, asegura que el periódico sigue haciendo honor a su nombre, “siempre buscando ver la luz”. Advierte al OVFN que La Verdad, muy probablemente como la mayoría de los diarios de Zulia y del país, no estaban preparados para migrar por completo a sus ediciones en Web.
“Empezó a mermar el papel periódico y, si bien ya estábamos en Web, esa publicación era espejo de la versión impresa. Fue un proceso atropellado”, comparte. La crisis de combustible también ha minado sus intentos de mantenerse cercanos a las noticias citadinas, como medio hiperlocal que son.
“La electricidad también ha jugado en contra para que el medio pueda ir más allá de la versión digital. Nada tiene que ver un buen periódico en papel que otro digital. Son otras estrategias de trabajo, es otra operatividad, pero, bueno, acabamos de cumplir 24 años y el tener presencia todavía, ya es algo”, dice.
Zulia es, por mucho, el estado más afectado por cortes eléctricos de Venezuela, según registros de la asociación civil Comité de Afectados por Apagones. Esas interrupciones del servicio afectan otros, como la conectividad de Internet, y, por ende, terminan alejando al ciudadano común de las noticias y lo digital.
También, ocurre que hay ofertas de servicios de Internet de altísima velocidad por entre 25 y 35 dólares al mes. Algunas, como Airtek o Full Data, ofrecen descargas de entre 600 y 800 megas por segundo, poco comunes en el resto de Venezuela. Su precio, sin embargo, los aleja de la mayor parte de la población, que se decanta por tarifas más económicas y, por ende, de menores rangos.
Carlos Correa, director de Espacio Público, asegura al Observatorio Venezolano de Fake News que esa problemática influye considerablemente en el tráfico de redes sociales y las visitas a diarios que mantiene una línea independiente.
“Los apagones tienen un impacto directo sobre los medios tradicionales, como la radio y la televisión, además. No pueden verse. Se traducen en apagones de consumo en la red. Internet no solo es información, pues la gente consume también entretenimiento, pero se apaga la posibilidad de tener acceso a información. Los apagones tienen una relación directamente causal con la libertad de expresión y el derecho a la información”, manifiesta, preocupado.
Otro reto de esta nueva era informativa en Zulia es la falta de personal calificado en áreas como diseño de periódicos, fotografía y periodismo. Reyna Carreño, de nuevo, acota que la idea de volver a la calle como medio impreso se antoja difícil.
Antes, La Verdad llegó a sumar entre 70 y 80 personas a su equipo de redacción. Hoy, 11 personas, incluyendo a Carreño, se esfuerzan para llevar a sus lectores las noticias más completas posibles. Nada de aquello de publicar por sumar clicks, advierte. “Hay una mentalidad diferente del lector. Más de 90% de nuestra lectoría llega a nuestro diario por un teléfono”, subraya.
Televisión apagada
Al menos una decena de televisoras, todas con sus respectivos noticieros, operaban en Zulia hace seis u ocho años. La oferta de la parrilla informativa era variada. Pero, entonces, la crisis económica y las presiones oficiales provocaron una escalada de cierres de ocho de esas compañías, explica al Observatorio Venezolano de Fake News la periodista zuliana Madelyn Palmar.
Las televisoras Tele N, Zuvisión, Urbe TV, Aventura TV, Zuliana, Catatumbo y Global TV cesaron del todo sus operaciones, mientras la señal de Telecolor es tan intermitente que su impacto y sintonía entre la ciudadanía es mínimo.
En enero de 2019, una comisión de decenas de agentes de la Dirección de Contrainteligencia Militar (DGCIM) allanó las instalaciones de Global TV y se apropió de sus equipos transmisores, denunciaron voceros de ese canal. El procedimiento ocurrió luego que esa televisora transmitiera íntegramente uno de los discursos de Juan Guaidó, quien se acababa de proclamar como presidente interino de Venezuela y de acusar a Maduro de “usurpador”.
“La situación de los medios televisivos es preocupante y calamitosa por la cantidad de televisoras que han desaparecido. Los que aún siguen en marcha, la situación financiera hace que su logística sea difícil de financiarse y de operar. Eso afecta la libertad de prensa”, comenta Palmar, quien ha sido agredida verbal y físicamente por gobernantes y simpatizantes locales del oficialismo político.
Niños Cantores Televisión y Televisa siguen activos en el mercado zuliano, con problemas de transporte por falta de combustible y repuestos automotrices y ausencia de periodistas en sus nóminas, explica la periodista marabina.
La situación de las corresponsalías de prensa de las televisoras nacionales tampoco es prometedora, detalla. “Es crítica. Venevisión, por ejemplo, no se ve por señal abierta en Zulia, tampoco Televen. Sus antenas repetidoras se dañaron y sus dueños no han podido ponerlas en funcionamiento”, añade.
Palmar apunta que la señal más nítida de la televisión zuliana es la del estatal canal Venezolana de Televisión, cuya línea editorial está teñida de oficialismo y propaganda. Se declara inquieta por el efecto de semejante contexto de desinformación de lectores y televidentes del estado más poblado del país.
“Son personas desinformadas y manipulables. VTV, como canal de Estado, es una herramienta proselitista, esto es extremadamente preocupante. Cada medio que se cierra es la imposibilidad de que el ciudadano pueda tener criterio, una matriz de opinión formada y se queda sin una herramienta para denunciar lo que le afecta, para poder quejarse y lo lleva a una situación de sumisión”, señala.
Según Palmar, corresponsal de El Venezolano TV, Zulia es el estado venezolano con el riesgo de que predomine la manipulación de masas ciudadanas. Allí, concluye, yace su mayor temor: “la información es poder y la desinformación es el instrumento más idóneo para cualquier régimen autoritario”.